martes, 6 de abril de 2010
Las sierras de Tandil, en peligro.
La explotación de piedra amenaza un patrimonio natural de extraordinario valor: las sierras de Tandil. Este atractivo sistema serrano ubicado en el sur de la provincia de Buenos Aires está sufriendo daños ambientales irreparables como consecuencia de la actividad minera que se lleva a cabo desde fines del siglo pasado. Su continuación inhibe un desarrollo urbano armónico y produce un intenso deterioro en el paisaje.
Aún con sistemas artesanales de explotación, ya ha sido destruido el cerro Leones, uno de los más característicos del área, junto a El Centinela y La Movediza, cuya famosa piedra cayo en 1912. Hoy, con métodos más intensos, que requieren escasa mano de obra, unos pocos minutos alcanzan para que una explosión convierta miles de toneladas de roca en material molido. Esto torna evidente que sitios como Tandil deberían estar al margen de actividades económicas que puedan amenazar, en el largo plazo, el uso sostenible y la protección de sus tesoros naturales.
Las sierras del sistema de Tandilia esconden en su belleza una riquísima historia geológica. Su estudio permitiría conocer más profundamente la formación del relieve de nuestro continente y, particularmente, la separación de Africa y América. En los mismos cerros que rodean la ciudad de Tandil afloran rocas precámbricas, las más antiguas de nuestro país, que datan de 2200 millones de años atrás.
Es éste un momento oportuno para analizar en qué medida cualquier actividad contribuye a la conservación de este patrimonio natural y vislumbrar el potencial económico de estos recursos para ser aprovechados por sus funciones biológicas, sus valores naturales y culturales o su potencial recreativo. Se trata de llevar a cabo una gestión dinámica, más creativa e inteligente, que integre el sentir de la gente de hoy, que prefiere vivir de un modo más armónico con su entorno.
Es cierto que, por su localización cercana a los centros de consumo, la explotación de piedra en Tandil abarata los gastos de flete, pero dado que existen numerosos sitios para extraer ese material -donde su explotación no destruye un paisaje único ni inhibe otras actividades-, la continuidad de la minería se realiza a costa de un daño ambiental irreversible.
Tandil es un partido con una economía diversificada. Allí la producción lechera, la industria agroalimentaria, la metalmecánica, y la educativa y cultural se destacan por su calidad y potencialidades. El turismo, de creciente importancia y de proyecciones optimistas, ofrece grandes posibilidades en la medida en que se valoricen sus atractivos y se evite la degradación del ambiente.
Desde hace varios años, distintas organizaciones sociales, como la Multisectorial para la Preservación de las Sierras de Tandil -una asociación civil específicamente dedicada a esta problemática-, se han movilizado de modo creciente, reclamando una política coherente, que detenga la destrucción y proteja efectivamente las sierras. Un ejemplo ha sido la oposición al desarrollo de la actividad minera en áreas de belleza indiscutida, como la zona de la sierra Alta de Vela, un sitio que merece el carácter de área protegida, no obstante lo cual existió la voluntad de transformarlo en un parque minero.
Un sistema superficial para la toma de decisiones vinculado al desarrollo de proyectos de explotación de recursos naturales o de gran infraestructura alrededor de diversos paisajes y lugares de especial riqueza natural o valor cultural en la Argentina ha permanecido indiferente a la destrucción sistemática de recursos únicos. La falta de herramientas adecuadas y transparentes no hace sino promover conflictos sociales como lo ha demostrado el caso de la mina de oro en Esquel.
Hoy las comunidades deben involucrarse, de modo ordenado, en la planificación de su territorio, porque sin duda alguna implica la planificación de su futuro. Es necesario contar con un proceso que fortalezca la participación ciudadana, las instituciones, los procesos gubernamentales y el respeto por los procesos democráticos de modo de evitar la destrucción de la belleza de Tandil. Queda claro que las posibilidades de las generaciones futuras de conocer y disfrutar de este sitio único estarán subordinadas a las decisiones que se tomen en la actualidad.
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